Radiación óptica

El término radiación óptica abarca tanto la radiación ultravioleta como la luz visible y la radiación infrarroja. La radiación ultravioleta tiene las longitudes de onda más bajas, de 100nm a 400nm, y es la parte más rica en energía de la radiación óptica. La luz visible para el ojo humano se sitúa entonces entre 400nm y 780nm y la radiación IR comprende las longitudes de onda altas, de 780nm a 1mm. También se conoce como radiación térmica.

La radiación óptica no sólo es emitida de forma natural por el sol, sino también por la luz artificial. En ambas variantes, un exceso puede ser perjudicial tanto para nuestros ojos como para nuestra piel. Esto se conoce, por ejemplo, por las quemaduras solares tras una exposición prolongada a la luz solar directa o por el hecho de que normalmente no miramos directamente a las fuentes de luz porque nos resulta incómodo.

La fuente natural de radiación óptica, el sol, emite todo el espectro de radiación, mientras que las lámparas también pueden limitarse a determinadas zonas y filtrar así la peligrosa radiación UV.